miércoles, 10 de octubre de 2007

ARQ. ROGELIO SALMONA: DESCANSE EN PAZ

Amigos blogueros...

Esta noticia me ha tomado por sopresa totalmente, llevo citando al gran arquitceto colombiano Rogelio Salmona en varios de mis artículos, prometo mañana hacer una breve reseña de la vida fructifera e inmensa de este gran arquitecto latinoamericano. Una gran pérdida para 'la buena arquitectura', mientras... siguen los Rodgers, los Foster, los Nouvel, enajenando paginas de revistas de arquitectura...

Fallecé otro gran maestro del espacio, del ladrillo, del claro-oscuro, de la arquitectura bioclimática (les suena de algo el concepto?), de la historiografía, del amor por el detalle, de la obseción por lo bien hecho, del diálogo con sus albañiles, del amor por latinoamérica, del amor puro, simple y entregado a la construcción, al diseño, al habitar humano, a la arquitcetura apropiada...

Descansa en paz... arquitecto!...

Dr. en Arq. Humberto González Ortiz
Barcelona a 10 de octubre de 2007



Dejo aqui una reseña encontrada en el periódico colombiano: EL TIEMPO

Octubre 7 de 2007 (http://www.eltiempo.com/cultura/2007-10-08/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3757010.html)

Rogelio Salmona dedicó últimos días a la Universidad Pedagógica y el Centro Cultural García Márquez

A medida que la estructura del Centro Cultural, en el centro de Bogotá, iba tomando forma, el gran arquitecto lo recorría llevando siempre un bastón que al desplegarse se convertía en un butaco.

Se sentaba a observar el avance de la construcción. Pasaba en soledad de un extremo a otro. El equipo de trabajo ya sabía que no quería ser molestado. "De pronto decía: 'Por aquí va a pasar la luz el sol, por ahí debe pasar la luna. Esta luz sirve para la librería'", recuerda Águeda García, ingeniera de su equipo.

En el plan de trabajo, el viernes era el día de entrega del espacio, perteneciente al Fondo de Cultura Económica de México. Desafortunadamente, un día después de la cremación del maestro.

Los obreros, de pocas palabras, recordaron que las visitas del genio de la arquitectura eran cada vez menos frecuentes.

-¿Y ustedes qué recuerdan del maestro?

-La obra que aquí tiene- respondió uno mostrando la construcción que todavía está llena de andamios y forrada en algunas partes con plástico.

Salmona no dejó huérfano al edificio. "Alcanzó a ver hasta el último detalle del centro -explica García -. él no revisaba, decía cómo se debía hacer cada muro. No hacíamos nada si él no nos decía: háganlo".

Así fue desde el día en que recibió el antiguo parqueadero del Teatro Colón con la misión de convertirlo en el edificio. Desde que el sitio era un "hueco", Salmona "se sentaba en la esquina del portero con su silla y empezaba a mirar el roto y a imaginarse la obra", agrega García.

No se contentaba con el primer plano, Salmona replanteaba constantemente sus diseños y los contrastaba con los terrenos en la imaginación. "Recogía las vivencias y las convertía en arquitectura", recuerda su colega Eduardo Sánchez, que también es gerente de proyecto de Valmaría, el nuevo campus de la Universidad Pedagógica Nacional, que empezará a consturise el año entrante en San José de Bavaria, en Bogotá.

Salmona trabajaba en Valmaría desde hace cinco años. Se reunió muchas veces con la comunidad universitaria y el rector Óscar Armando Ibarra. Se sentó a oír sobre pedagogía, lo que significaba la universidad, y generó los diseños. En el 2003 estuvieron los primeros. En el 2004 estuvo el plan maestro, un dibujo en tonos verdes coloreado por él mismo que ahora ocupa una pared de la
oficina del proyecto en la universidad.

"Recorrió metro a metro a metro las 122 hectáreas (320 mil metros cuadrados) de Valmaría para verificar que el terreno se acomodara a lo que tenía sobre planos".

Pero Salmona no se quedaba en la visualización del gran proyecto. Le daba suma importancia a los detalles. "Iba a buscar la arena, definía la proporción de los materiales -agregó Sánchez-. Mandaba a hacer sus propios ladrillos".

Como no le gustó el color original del concreto del Centro Cultural, hizo que la fábrica lo modificara.

Cuando llegaba a la obra, Salmona trazaba la línea por donde debía ir un muro. Hacía poner allí los ladrillos, sin pegarlos, en la disposición que él decía. Era entonces cuando miraba cómo iban a rematar (si el muro terminaba en un ladrillo completo o en medio).
"Apenas veía que concordaba, ordenaba empezar a pegar".

La obsesión del arquitecto por el detalle no bajaba la guardia ni en las remodelaciones. En diciembre del 2000, cuando se cambiaron las paredes del Museo de Arte Moderno, en una época en la que nadie trabajaba, Salmona, a pesar de estar en vacaciones en una finca de las afueras de Bogotá, pasó a diario por el Museo.
"Estaba pendiente hasta del acabado de las esquinas", recuerda Gloria Zea, quien conserva en una carpeta de cartulina los planos de lo que será la ampliación del Museo de Arte Moderno.

"El Museo actual se ve como una estampillita dentro de la maqueta -resalta Zea-. Ocupará el espacio de lo que hoy es el parqueadaero. Será un edificio de cinco pisos de salas de exposición, con absolutamente todas las obras de la colección.
Ocupará 17.000 metros cuadrados (el museo actual tiene 5.500).
Aunque Salmona y Zea llevaban diez años pensando en el proyecto, el maestro entregó el plano hace año y medio. "Ahora, -agregó Zea- seguiré trabajando con su viuda, María Elvira Madriñán, arquitecta maravillosa que conoce el trabajo de Rogelito como sus manos, y con todo su equipo, tal como si él estuviera vivo".

Las personas con las que trabajó en sus últimas obras hablan de él como si todavía estuviera. "No olvidaré nunca la experiencia del logo -cuenta el mexicano César Aguilar, gerente general del Fondo de Cultura Económica-. Le hicimos una propuesta de poner el logotipo del Fondo en un espejo de agua. Cuando se la presntamos, fue como ver a un niño, cuando abre un libro y empieza a dibujar cosas. Tenía una conjunción entre una actitud inocente y, a la vez, mucha experiencia. Él nos dedicó uno de sus últimos suspiros de vida y haber estado a su lado es algo que me da orgullo".

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