En un clima de euforia se abre hoy en Belém de Pará, la capital de la Amazonia, la novena edición del Foro Social Mundial (FSM), con la presencia de más de 100.000 activistas llegados de todo el mundo y los jefes de Estado de cinco países latinoamericanos: Brasil, Venezuela, Bolivia, Paraguay y Ecuador.
Ridiculizados cuando en 2001 se abrió la primera edición del Foro Social en Porto Alegre para oponerse a las ideas neoliberales del Foro Económico Mundial de Davos, apodado el foro de los banqueros, hoy la reunión de Belém siente un cierto regodeo al ver cómo la crisis financiera mundial ha puesto en entredicho al capitalismo.
Para ver lo que ha cambiado el mundo habrá que estar atentos a lo que se va a escuchar a partir de hoy hasta el 1 de febrero en Belém, donde el lema antiguo del Foro Social, Otro mundo es posible, está en los labios y en el programa del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, el nuevo ídolo político mundial.
Los organizadores internacionales del foro están felices al ver que, este año, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en vez de ir al Foro Económico de Davos como en los años anteriores, ha vuelto al Foro Social Mundial, que él mismo inauguró en 2001, cuando aún no era presidente, y que tanto contribuyó a su elección en 2002. De hecho, Lula culpa hoy a las ideas económicas del Foro de Davos de la gran crisis financiera mundial.
¿Abandonará Lula el neoliberalismo que ha defendido estos años y que ha guiado la política económica de su Gobierno para convertirse a las ideas más revolucionarias y sociales del Foro de Belém? Lo veremos el jueves, cuando Lula hable a los más de 100.000 participantes, junto con sus colegas de Venezuela, Hugo Chávez; de Paraguay, Fernando Lugo; de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia, Evo Morales.
Hasta hoy, Lula se había desmarcado siempre de sus colegas en materia de macroeconomía. La cuestión es si seguirá haciéndolo.
Problemas de los indígenas
El Foro de Belém se planeó hace dos años, cuando comenzó su preparación, para tratar los graves problemas de los indígenas de la Amazonia y toda la problemática generada en la defensa de la mayor selva virgen del mundo, santuario de la humanidad.
Por eso fue escogida como sede del encuentro la ciudad de Belém, capital de la Amazonia, y para ello fueron invitados 3.000 indígenas. Sin embargo, el tsunami de la crisis financiera mundial ha cambiado la agenda. A pesar de que se discutirán los temas indígenas, las miles de discusiones del foro estarán orientadas hacia la búsqueda de una respuesta a la actual crisis económica mundial.
Para Oded Grajew, uno de los fundadores del foro, las diversas ediciones del evento siempre han registrado una gran asistencia de la sociedad civil estadounidense. "No voy a decir que el foro ha sido responsable de la elección de Obama, pero hubo un movimiento fuerte en el FSM, en la línea de muchas de las ideas del nuevo presidente negro americano", asegura.
Diversos analistas del foro aseguran que, a partir de ahora, las políticas de justicia social, de democracia participativa, de desarrollo sostenible, de crítica a la globalización —sobre todo, a partir de esta crisis mundial— van a estar más presentes en las agendas políticas de no pocos Gobiernos mundiales.
Uno de los escollos del encuentro de Belém es que algunos movimientos, como el de los Trabajadores Sin Tierra (MST) o la Central Única de Trabajadores (CUT), proponen que el foro se defina, que lance alguna propuesta política concreta y sirva para acciones globales. Quienes crearon el FSM, al contrario, piensan que debe mantenerse la idea de "gran debate abierto a todas las tendencias", sin decantarse por ninguna de ellas. Un foro concebido más bien como un gran fermento político y social, capaz de hacer crecer la conciencia social mundial.
ENCONTRADO AQUÍ
Ridiculizados cuando en 2001 se abrió la primera edición del Foro Social en Porto Alegre para oponerse a las ideas neoliberales del Foro Económico Mundial de Davos, apodado el foro de los banqueros, hoy la reunión de Belém siente un cierto regodeo al ver cómo la crisis financiera mundial ha puesto en entredicho al capitalismo.
Para ver lo que ha cambiado el mundo habrá que estar atentos a lo que se va a escuchar a partir de hoy hasta el 1 de febrero en Belém, donde el lema antiguo del Foro Social, Otro mundo es posible, está en los labios y en el programa del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, el nuevo ídolo político mundial.
Los organizadores internacionales del foro están felices al ver que, este año, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en vez de ir al Foro Económico de Davos como en los años anteriores, ha vuelto al Foro Social Mundial, que él mismo inauguró en 2001, cuando aún no era presidente, y que tanto contribuyó a su elección en 2002. De hecho, Lula culpa hoy a las ideas económicas del Foro de Davos de la gran crisis financiera mundial.
¿Abandonará Lula el neoliberalismo que ha defendido estos años y que ha guiado la política económica de su Gobierno para convertirse a las ideas más revolucionarias y sociales del Foro de Belém? Lo veremos el jueves, cuando Lula hable a los más de 100.000 participantes, junto con sus colegas de Venezuela, Hugo Chávez; de Paraguay, Fernando Lugo; de Ecuador, Rafael Correa, y de Bolivia, Evo Morales.
Hasta hoy, Lula se había desmarcado siempre de sus colegas en materia de macroeconomía. La cuestión es si seguirá haciéndolo.
Problemas de los indígenas
El Foro de Belém se planeó hace dos años, cuando comenzó su preparación, para tratar los graves problemas de los indígenas de la Amazonia y toda la problemática generada en la defensa de la mayor selva virgen del mundo, santuario de la humanidad.
Por eso fue escogida como sede del encuentro la ciudad de Belém, capital de la Amazonia, y para ello fueron invitados 3.000 indígenas. Sin embargo, el tsunami de la crisis financiera mundial ha cambiado la agenda. A pesar de que se discutirán los temas indígenas, las miles de discusiones del foro estarán orientadas hacia la búsqueda de una respuesta a la actual crisis económica mundial.
Para Oded Grajew, uno de los fundadores del foro, las diversas ediciones del evento siempre han registrado una gran asistencia de la sociedad civil estadounidense. "No voy a decir que el foro ha sido responsable de la elección de Obama, pero hubo un movimiento fuerte en el FSM, en la línea de muchas de las ideas del nuevo presidente negro americano", asegura.
Diversos analistas del foro aseguran que, a partir de ahora, las políticas de justicia social, de democracia participativa, de desarrollo sostenible, de crítica a la globalización —sobre todo, a partir de esta crisis mundial— van a estar más presentes en las agendas políticas de no pocos Gobiernos mundiales.
Uno de los escollos del encuentro de Belém es que algunos movimientos, como el de los Trabajadores Sin Tierra (MST) o la Central Única de Trabajadores (CUT), proponen que el foro se defina, que lance alguna propuesta política concreta y sirva para acciones globales. Quienes crearon el FSM, al contrario, piensan que debe mantenerse la idea de "gran debate abierto a todas las tendencias", sin decantarse por ninguna de ellas. Un foro concebido más bien como un gran fermento político y social, capaz de hacer crecer la conciencia social mundial.
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