viernes, 26 de septiembre de 2008

¿POR QUÉ ODIAN BARCELONA?

(ENCONTRADO AQUÍ)


Doce escritores nacidos o afincados en la capital catalana ponen en duda las bondades de la ciudad en Odio Barcelona. ¿Y quién corrió a comprar el libro primero? El propio Ayuntamiento

EL legado burgués, la museificación de la ciudad, la Barcelona olímpica, el Fórum de las Culturas, los trapis de El Raval, el orgullo guiri, el disseny, la endogamia, los estragos fálicos de Jean Nouvel, las torres hechas en PVC de la Sagrada Familia... Odio Barcelona no deja títere con cabeza. O, más bien, se pretende reflejo de una urbe que ha convertido sus encantos frente al mundo en una potencial pesadilla para algunos de los que la habitan. En esta ocasión, doce escritores desatan sus fobias hacia ella. Muchos de ellos ya se conocían entre sí por estar relacionados con la revista Lateral, una publicación ya extinta de temperamento contracultural. La premisa del libro nos la explica su editora, Ana S. Pareja: "Un día nos dimos cuenta de que todos estábamos hartos de cosas de Barcelona: los precios de los pisos, la escalada del catalanismo, el escenario cultural, lo que vende la ciudad y luego no ofrece, el colapso turístico... Y nos pusimos de acuerdo en hacer algo divertido, no beligerante, de una manera libre y relajada". El resultado, doce textos, desde el relato autorreferencial hasta el experimento formal, pasando por el ensayo puro y duro, conforma una visión personal con la que se puede comulgar o no, pero que desde luego contribuye a alimentar el debate sobre las bondades de una ciudad que, dicen, se gusta mucho a sí misma. O pretende gustarse.

El tomo, con cubiertas teñidas de rojo y estampas de bombarderos sobre sus monumentos, ha suscitado curiosidad desde antes de salir a la calle, sobre todo por parte de las autoridades. "Nuestro primer cliente ha sido el Ayuntamiento de Barcelona. A las dos horas de enviar el comunicado de prensa, teníamos a un funcionario tocando a nuestra puerta con 17 euros contantes y sonantes para llevarse la primera copia vendida", prosigue Pareja, que insiste en que no existe un afán polémico detrás de esta publicación. "Yo no creo que ninguno de los que estamos involucrados en el libro odiemos realmente Barcelona, más bien lo planteamos como un juego. La única condición que pusieron sus participantes fue que no les tocara una coma". La pregunta es de rigor: ¿para cuándo un Odio Sevilla, Odio Madrid u Odio Teruel? "Mucha gente nos lo está proponiendo desde distintos puntos de España, pero la verdad es que no nos gusta repetirnos".

LOS HIJOS DE LA RABIA CONDAL
Los malos sentimientos pueden alentar la creatividad. Barcelona, con todas sus luces y sombras, aglutina incontables talentos. Este libro incluye doce nombres, jóvenes y ya no tan jóvenes, de contrastada solvencia en las letras. Escogemos ocho y les preguntamos por qué demonios odian tanto la ciudad.

Eloy Fernández Porta (Barcelona, 1974). En su texto, identifica los tentáculos del odio. ¿Qué le dirías al Ayuntamiento de Barcelona? Si la ciudad que gobernáis es "multicultural y de diseño", ¿cómo es que sois todos blancos y gordos? Una acción para el futuro. Las ejecuciones de incívicos. El patíbulo sería el Camp Nou; el método, la inyección letal de Aromes de Montserrat.

Carol París (Barcelona, 1981). Propone un paseo urbanístico y psicológico. Algo que recuerdes de niña y ya no exista. Los autochoques del parque de atracciones de Montjuïc. Tras Vicky Cristina Barcelona, ¿qué acción propones para promocionarla ante el mundo? Ninguna. Barcelona tiene exceso de branding, y de brandy, está borracha de su propia marca.

Robert Juan-Cantavella (Almassora, 1976). Se vuelve protagonista de un juego de arcade. ¿Qué echas en falta en la Barcelona actual? El Molino: se acaban de cargar con la impunidad habitual todo un símbolo de mi barrio, Poble Sec. Lo más exportable que ha dado desde Gaudí. Qué manía con exportar las cosas. Barcelona es una ciudad, no una transnacional.

Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967). El único que ni es de Barcelona ni vive en ella. Salió con una máquina de escribir a la calle a recabar opiniones para el libro. ¿Qué le dirías al Ayuntamiento de Barcelona? Lo que decía uno de mis entrevistados: que se ha convertido en un parque temático de vomitonas de niños de Erasmus.

Llucia Ramis (Palma de Mallorca, 1977). La trata, literalmente, como a una puta de lujo. ¿Qué puede hacer Barcelona para salvarse de su endogamia? ¿Endogámica? En absoluto. Está muy abierta (de piernas), aunque después no deja que duermas en su cama, salvo que pagues una tarifa muy alta. ¿A quién le regalarías el libro? A Sonsoles Espinosa.

Hernán Migoya (Ponferrada, 1971). El preludio de una bronca en el metro le trae recuerdos de infancia. Lo más atractivo de participar en este libro. Que, obviamente, no va subvencionado. Un icono catalán que quemarías y otro que salvarías. Quemaría la bandera: por ponerla al mismo nivel que la española. Y salvaría a Jordi Pujol, el Churchill de la nación catalana.

Philipp Engel (Barcelona, 1970). Traza un arco temporal de 1992 a 20 años vista. ¿Qué te retiene en Barcelona? La terrible certeza de que no voy a encontrar un lugar mejor para vivir. Ése es el más pérfido de sus encantos. Lo más exportable. Enrique Vila-Matas. Algo que eches de menos de tu infancia. Las patatas bravas de las Ramblas. Comer bien aquí hoy es un lujo.

Óscar Gual (Castellón, 1976). Factura un formulario para sus potenciales habitantes. Una banda sonora para la Barcelona de hoy. Algo artificial, anodino y con éxito, como Coldplay. Lo más exportable. Los centrocampistas de toque, tipo Iniesta, Xavi o Cesc. ¿Cómo puede salvarse de su endogamia? Dejándose violar por Hospitalet o votando a un alcalde paquistaní.

Odio Barcelona está editado por Melusina. http://www.melusina.com/; www.myspace.com/odiobarcelona.

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